Gobernar nuestras pasiones, en tiempos como este nos será muy útil aprender a hacerlo. Es que las noticias, las redes sociales y la cuarentena inquietan bastante. Muchas personas sabrán sobrellevarlo, aunque la negación no sea la mejor de las salidas, pero otras estaremos sintiendo los más altos niveles de ansiedad que hayamos experimentado.
Y sí, tenemos la mala maña de alterarnos cuando algo malo sucede, pero (hay quienes aseguran que) la filosofía puede ayudarnos a ampliar nuestra perspectiva y lograr ecuanimidad emocional.
O sea, ¿cómo? Vayamos a la antigua Grecia. Sócrates creía que la filosofía podía ser, además, una forma de terapia psicológica: “hacer filosofía (…) puede ayudarnos a superar nuestro temor a la muerte, a mejorar nuestro carácter y hasta a encontrar un genuino sentido de satisfacción”.
Es muy posible. Después de Sócrates existió una escuela filosófica conocida como Estoicismo y uno de sus grandes exponentes fue el emperador romano Marco Aurelio, quien desarrolló un escrito llamado Meditaciones. Los estoicos como él confiaban en la razón como cualidad propia y única del ser humano y es, en sentido proporcional, lo que hace y da sentido a nuestros actos y acciones, resultando en algo que llamaban “la facultad gobernante”.
Piensa como un emperador romano, es el libro del escocés Donald Robertson (Planeta, 2020) que nos habla las enseñanzas de Marco Aurelio, explicadas con lecciones básicas de la vida cotidiana. A través de las meditaciones de este personaje sabremos cómo ponerle un rostro a la filosofía y entenderemos la práctica del estoicismo.
“Mientras podamos asir con firmeza la verdad de que ciertos infortunios son inevitables, ya no sentiremos más la necesidad de preocuparnos por ellos ni anhelaremos aquello que aceptamos como imposible”. La muerte, por ejemplo, es la certeza más grande de la vida, para un hombre sabio que usa su raciocinio, debe ser una de las menos temidas.
Según estos filósofos, conforme maduramos y nos hacemos más sabios, deberíamos encontrar una mayor capacidad para razonar. El estoicismo nos debe enseñar a ver nuestros pensamientos o creencias a la distancia, porque esto nos llevará a entender que son parte de la construcción de una realidad y no son la realidad en sí misma.
Entre otras muchas lecciones, Marco afirma que la fuente más importante de “serenidad” y “alegría” para un estoico proviene de soltar el apego a cosas externas y enfocarse en vivir con sabiduría. Entre más podamos percibir nuestra mente y cuerpo, conseguiremos serenidad.
Entonces, como buenos humanos que somos, el mejor consejo que podemos tomar de este romano es usar nuestra razón, por consecuencia, conseguiremos sabiduría y con sabiduría podremos gobernar nuestras emociones. Esto significa que podremos controlarnos, podremos actuar con justicia y razonamiento.
También es importante establecer una sana distancia con nuestras pasiones y sentimientos, por un momento pensemos que no son de nosotros, sino del vecino y seguramente nos será más fácil analizar y procesar. El estoicismo establece que por más temor que tengamos a una situación, “lo que de verdad importa es la forma en que se actúa frente a ella”. El mejor combo anti ansiedad va acompañado de información verídica, comprobada y útil.