Estamos ante uno de los mejores ejemplos del siglo XXI de idea millonaria. Una ocurrencia para salir de un problema que se convirtió de la noche a la mañana en una empresa que ya vale más de 30 mil millones de dólares. El mito fundacional de la empresa Airbnb (Air Bed and Breakfast), que sus fundadores repiten ante cualquier micrófono abierto, arranca en el 2007 en San Francisco, la hermosa ciudad californiana en donde las rentas son estratosféricas y los hoteleros piden lo que quieren por habitación.
Resulta que Nathan Blecharczyk, Joe Gebbia y Brian Chesky, un ingeniero y dos diseñadores perdieron su empleo justo cuando al propietario del departamento donde vivían les aumentó la renta. Ante la perspectiva escalofriante de ser lanzados a la calle comenzaron a pensar en opciones para conseguir dinero extra en corto plazo. Como en la ciudad del Golden Gate se llevaba a cabo una gran convención y los hoteles estaban saturados se les ocurrió poner un par de camas inflables en el departamento y rentar el espacio para los visitantes que no encontraran habitaciones.
Ofrecieron por Internet cama inflable y desayuno. Para su sorpresa recibieron de inmediato solicitudes. Tuvieron tres huéspedes. Pudieron pagar la renta del mes. y se dieron cuenta de que habían dado con una veta de oro. Una idea pequeña se convirtió en una revolución en la industria de viajes en la era de la globalización. Así nació Airbnb. Crearon una página Web, una plataforma digital, para conectar a quien busca alojamiento fuera de los circuitos hoteleros, con los que tienen espacio en su casa o departamento para rentarlos.
Es una empresa de corazón Millennial. Es la oportunidad de aprovechar un espacio subutilizado para obtener ingresos adicionales rentándolo para estancias breves. Las rentas cambian según la ubicación del espacio y la época del año. Los directivos tienen un discurso impecable que gira en torno a cambiar el concepto de comprar por el de compartir A este nuevo modelo se le conoce como economía colaborativa (sharing economy), en la que la prioridad es el uso de las cosas o disfrutar una experiencia más que la propiedad. Hoy, cuenta con más de 20 oficinas a nivel mundial incluyendo México, donde ha tenido un crecimiento notable.
Los viajeros que quieren usar los servicios de Airbnb tienen que ir a la página para poder comenzar a buscar a través de distintos filtros como: tipo de habitación, rango de precio, servicios, tipo de alojamiento y otros. Lo siguiente es seleccionar la que más le haya gustado. La plataforma tiene un sistema de mensajes diseñado para seleccionar fechas y hacer la reserva. Se deben llenar todos los datos del perfil que se te piden, verificando cada uno de ellos para que el anfitrión tenga la seguridad de hospedarte. Al anfitrión se le notificará de la solicitud y podrá aceptarla o cancelarla en las próximas 24 horas de la petición. El precio en todos los países es el equivalente a dólares y se puede pagar con tarjeta de crédito.
Los que han entrado al negocio le ven muchas cualidades no tienen jaloneos con abogados, avales, rentas no pagadas o malos inquilinos. Recibe el dinero a tiempo, directamente de Airbnb, y puede cancelar inmediatamente una reservación si un visitante lo amerita. Se cobra un impuesto del 3 por ciento y está en proceso una regulación que buscará tener piso parejo. El impuesto es el primero en su tipo en América Latina y la compañía está estudiando si puede hacer lo mismo en otras ciudades. Los voceros de los hoteleros establecidos dicen que todavía falta mucho para equilibrar las condiciones. Se tienen, por ejemplo, que pagar licencias, permisos, seguro social, impuesto sobre la renta, alarmas contra incendios, alarmas sísmicas y nóminas, sólo por nombrar algunas cosas:
Airbnb cobra una comisión de 6 a 12 por ciento de lo pagado por los huéspedes, además de una pequeña tarifa que cobra a los anfitriones. La empresa, ojo, no gasta en el mantenimiento y limpieza de las propiedades. La compañía ahora cuenta con 73 mil propiedades registradas en el país. Tiene fuerte presencia en Quintana Roo, CDMX, Jalisco y Baja California Sur.
Airbnb tiene en Ciudad de México entre 17 mil y 22 mil unidades en alquiler, lo que equivaldría a un tercio de las habitaciones formales. De hecho, en algunas zonas turísticas de la capital los hospedajes informales ya superan a los tradicionales, y destacan el caso de Coyoacán, donde habría 1.500 cuartos de la plataforma contra 982 regulares, según datos de las autoridades capitalinas. El problema, sostienen los servidores públicos, es que hay competencia desleal con los hoteleros, es decir estas personas que a lo mejor ya son edificios completos que están rentando en Airbnb, meterlos en esos casos ya como establecimientos mercantiles de alto impacto, para que en realidad haya un piso parejo.