A finales de marzo del 2011, siete cadáveres aparecieron apilados al interior de un auto abandonado en un barrio residencial de Temixco, en Morelos. Uno de los cuerpos era de Juan Francisco Sicilia, estudiante de 22 años, hijo del escritor y poeta Javier Sicilia. Pistoleros de una banda criminal se adjudicaron la masacre.

Unas semanas después Sicilia encabezó la primera marcha de protesta por la violencia. El recorrido era de la salida de Cuernavaca al Palacio Nacional en la CDMX. El lema de la marcha fue “Estamos hasta la madre”. Nueve años después el poeta, acompañado ahora de Julián Lebrón, emprenderá una nueva marcha con la misma ruta, saliendo este jueves 30 para llegar a la Plaza de la Constitución el domingo 2 de febrero. Sicilia volverá a la carretera y a las primeras planas.

En el momento del crimen el presidente de la República era Felipe Calderón, del PAN, le siguió Enrique Peña, del PRI, y hoy gobierna Andrés Manuel López Obrador, de Morena. El poeta dejó los versos y devino en activista político. Formó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Emprendió una travesía para encontrar justicia y al hacerlo se confrontó de manera inevitable con los hombres de poder. Los políticos se acercaron a él cuando pudieron sacarle raja; lo abandonaron cuando no obtuvieron réditos.

Sicilia, que en mayo cumplirá 64 años, es un hombre de letras. Además de poeta ha incursionado en el ensayo, la novela, el guión cinematográfico. Colabora de manera regular con periódicos y revistas. Es cercano a la mítica cristiana y ha dirigido varias revistas literarias. Sicilia reactivó el año pasado su activismo enviando cartas públicas al presidente López Obrador. En una de ellas le anuncia: “Voy a caminar de nuevo con lo único que tengo, mi dignidad, mi rabia y mi palabra”. En su carta pide a la gente “sacudirse la indiferencia bovina ante el desafío de la violencia”.