La irrupción del coronavirus de Wuhan descarriló las expectativas del turismo a nivel mundial para el 2020. Puede decirse, sin exagerar, que hay un juego nuevo en materia turística. Los destinos que se adapten mejor y más rápido a las nuevas circunstancias podrán emerger de la crisis con banderas desplegadas. Las previsiones para este año, con respecto a los principales indicadores del sector, se están reescribiendo.

Es obligado un replanteamiento integral porque el principal jugador del mercado, China, ha dado un paso al lado. Dejará de participar por tiempo indefinido. Las cifras que se manejan son alucinantes y caen de manera vertical. Los chinos viajan mucho y gastan más que cualquiera. 150 millones de chinos cruzaron sus fronteras el año pasado y gastaron, se dice, 240 mil millones de dólares, que es una cantidad colosal. Pero hay otro dato, el gigante asiático recibió 63 millones de turistas que gastaron en ese país 34 mil millones de dólares. Todo eso hoy es historia. Estas cifras, a partir de ahora, servirán para documentar la nostalgia.

La primera nota que publicamos sobre el coronavirus, daba cuenta de 444 contagiados y 17 defunciones. Un mes después el virus ya tiene un nombre oficial, COVID-19, los contagios son casi 75 mil con dos mil 120 defunciones. 


El origen del brote, cuyos primeros casos se detectaron en diciembre, se encuentra en un mercado de pescados y mariscos de la ciudad de Wuhan capital de la provincia de Hubei, que es la zona cero. Se vendían ahí también otros animales como serpientes, ratas, murciélagos, que son parte de la dieta china. Las autoridades chinas pusieron en cuarentena a 40 millones de personas, lo que solo es posible con un régimen de fuerza como el chino.

Según los datos actuales, la mortalidad del nuevo coronavirus se sitúa en 2.3 por ciento. Son virus de transmisión aérea, pero también se pueden transmitir por objetos o sustancias recientemente contaminadas, como ocurre con el virus de la gripe y, ojo, por contacto humano.  Las medidas para contener los contagios se fundamentan en el aislamiento social que es criptonita verde para el turismo aquí y en China. La propagación del virus ya causa problemas severos en Corea del Sur y Japón, que es  país sede la Olimpiada de este año. Los mexicanos no podemos olvidar lo sucedido en materia turística ante el brote del H1N1 que, por el aislamiento social, tumbó algunos indicadores, como el de cruceros, a cero; lo repito, a cero.

México tenía expectativas sólidas de que el turismo chino a nuestro país se incrementara significativamente en el 2020. El secretario Miguel Torruco implementó allá el año pasado el programa “Toca Puertas”. El secretario comentó entonces que los turistas chinos, que no gustan de los destinos de sol y playa, podrán encontrar en México el pasado milenario de antiguas civilizaciones y otros grandes atractivos como su cultura, ciudades virreinales y gastronomía. Los turistas chinos pasaron de 47 mil 810 a 167 mil 663 entre 2012 y 2018, lo que equivale a un aumento de 250 por ciento, y un crecimiento promedio anual de 23.3 por ciento en ese lapso. Cifras modestas comparadas con otros mercados, pero con un crecimiento acelerado que se paró en seco.

En China no salen turistas y no llegan turistas. Las reservaciones se cancelan sin penalizaciones. Según visiones optimistas en tres meses podría superarse la emergencia sanitaria, pero para que el turismo se reanime se requerirá al menos otros seis meses, por lo que la temporada de  verano  puede pasar  de largo. ¿Quién tomará el riesgo de viajar a China o de recibir visitantes de ese país?

El turismo es una actividad de gran importancia ya que contribuye a la generación de riqueza y empleo y, además, tiene un efecto en el desarrollo de infraestructuras y servicios públicos. La rápida expansión y las facilidades que el gobierno chino ha otorgado a sus habitantes para viajar al extranjero generó beneficios a las economías de los países a los que viajan estos turistas, debido a la gran derrama económica que realizan en sus viajes y al gran potencial que poseen; por lo tanto, se convierten en uno de los segmentos más atractivos del mundo, provocando que los países busquen la forma para atraerlos sobre otros destinos. Eso terminó, o por lo menos entró un paréntesis muy largo.

Lo importante para México, desde el punto de vista turístico, es que el coronavirus se mantenga en el lejano oriente y que no haya brotes en Estados Unidos o Canadá que son nuestros principales mercados. Todos pierden, para algunos las pérdidas serán catastróficas y para otros menos graves, pero la industria de viajes puede experimentar este año una contracción inusitada.