El desastre nuclear de Chernóbil, de abril de 1986, creó una zona de exclusión que todavía está vetada para los seres humanos. Sin personas a la vista con el paso del tiempo comenzaron a deambular por las calles de la ciudad abandonada alces, venados, jabalís, lobos y otros animales que continuaron su vida silvestre después del fallido paso de la civilización por esa zona de lo que hoy es Ucrania.

Hoy día, frente a la pandemia del coronavirus y las medidas de distanciamiento social que incluyen una larga cuarentena en muchos ciudades del mundo, la naturaleza vuelve a mostrar que su  rasgo  distintivo es la resiliencia. Por las calles vacías y silenciosas comienzan a verse animales que usualmente guardan una distancia mucho mayor y tratan de ocultarse de la vista de los seres humanos que son sus depredadores insaciables,

Gracias a las redes sociales hemos podido ver estas últimas semanas imágenes inéditas que incluyen animales escurridizos como pumas o jaguares deambulando por calles o vestíbulos de hoteles abandonados. Ciervos y venados, zorros, jabalís, osos, monos, pavorreales, elefantes, delfines en Venecia o ballenas en Acapulco y Zihuatanejo y otros menos glamorosos como tlacuaches y cacomixtles en la ciudad de México o las ratas que se pasean con cinismo total en las calles vacías de Nueva York.

Foto: Cortesía redes sociales

La epidemia del coronavirus ha dado material de sobra para una serie en Animal Planet.

Las imágenes mandan el mensaje de que la naturaleza está bien, seguramente mejor, sin nosotros y que seguirá su curso una vez que el ser humano se extinga o acabe con el planeta, lo que suceda primero. Desde luego los animales se acercan a los recintos humanos buscando comida, desperdicios, no tienen la conciencia de la revancha que nosotros les adjudicamos.

Como la cuarentena es propicia para emanaciones filosóficas de todo tipo, muchos sostienen que la gran lección del coronavirus nos las está dando la naturaleza que impuso en Ya Basta! Con una muestra de lo que puede venir si no asumimos que tenemos que respetarla y comportarnos como otro de las especies que habitan en planeta no como sus dueños y depredadores.

Yo no soy tan optimista con respecto al futuro. Creo que una vez que superemos la emergencia volveremos a las andadas con más determinación destructiva pensando que hay que darle a todo por si una próxima pandemia nos borra del planeta.

Alguna vez fuimos animales como cualquier otra especie. Hace cien mil años los seres humanos recorrían el norte de África recolectando frutas y cazando algunas presas pequeñas. No había mayor diferencia entre nosotros y grupos de chimpancés o gorilas, pero la evolución nos fue favorable. Nuestro cerebro creció y con el paso de los años nos despegamos de nuestros parientes y comenzamos a apropiarnos de un mundo pensando que todo estaba ahí para  hacer con ello lo que se nos pegara la gana. Eso fue justamente lo que hicimos.

Algunas mentes preclaras adelantan que, si no hay una aceptación de culpas y  todo  un cambio de conducta, la naturaleza buscará la manera de deshacerse de nosotros de manera  definitiva. Ya vimos que sí puede.