Ser inspector de la Guía Michelin es el mejor trabajo del mundo. Consiste en asistir como cliente anónimo a los mejores restaurantes para calificar el confort de las instalaciones, el nivel del servicio y la calidad de la comida que sirven. La chamba ideal para un sibarita que va con máscara al carnaval de los sentidos.
Una vez que degusta los platillos y paga la cuenta como cualquier parroquiano el inspector Michelin puede, si quiere, revelar su verdadera identidad. Una vez concluida la comida se apresta a calificar al establecimiento, en particular al chef que comanda la cocina, con una estrella, dos o tres, como quien califica una película. Para ser inspector de la Guía Michelín no solo hay que tener buena suerte, también hay que estar muy viajado, poseer una cultura general amplia, dominar idiomas y contar con experiencias en el ancho mundo de la gastronomía y el turismo.
Su calificación aparece en la Guía Michelin que es, para ponerlo en palabras llanas, una lista de recomendaciones de lugares en los que se come bien alrededor del mundo. La guía tiene una influencia colosal. Puede hacer la diferencia entre un restaurante bueno y uno de la élite en el que se tenga que hacer reservas con semanas de antelación.
Historia de la Guía Michelin
A pesar del glamour que la rodea, la Guía Michelin tiene un origen modesto, casi rupestre. Resulta que a principios del siglo pasado dos caballeros de apellido Michelin montaron una fábrica de neumáticos en una localidad del centro de Francia. Para beneficio de sus clientes, los pocos pioneros del automóvil de aquellos años, prepararon una guía de los restaurantes de la zona, fondas coloridas, lugares buenos, bonitos y baratos.
La idea cayó en terreno fértil. La Guía Michelin tuvo éxito inmediato. Pronto dejó de depender de la fábrica de neumáticos para tener vida propia, hasta convertirse en un jugador mundial siempre rodeado de polémica porque en el proceso hay en todo momento criterios subjetivos y, según sus adversarios, también intereses comerciales.
Las estrellas responden a la siguiente clasificación que data desde la era de los primeros conductores de autos: Una estrella designa a un restaurante muy bueno en su categoría que justifica hacer un alto en el camino. Dos estrellas señalan calidad de primera clase en su tipo de cocina que justifica desviarse del camino original para conocerlo. Tres estrellas indican una comida excepcional que justifican de por sí el viaje al lugar donde se encuentre, incluso en otro país.
La primera mexicana en ganar una estrella Michelin
Hace poco la chef mexicana Karime López, treintañera, oriunda de Querétaro, recibió una estrella Michelin, es la primera connacional que lo recibe, esa es la noticia buena, la mala es que trabaja en una Ostrería de Florencia, Italia. Cinco restaurantes que han recibido estrella son representados por chefs mexicanos, a saber: Carlos Gaytán, con Mexique, en Chicago; Roberto Ruiz con Punto MX, en Madrid; Paco Méndez, con Hoja Santa, en Barcelona; Cosme Aguilar, del Cosme, en Nueva York, e Indra Carrillo y su restaurante La Condesa, en París.