Potencias mundiales, empresas farmacéuticas globales y las universidades con mayor prestigio están enfrascadas en una singular carrera: ser los primeros en desarrollar una vacuna contra el coronavirus, COVID-19, que se ha convertido en el villano favorito del 2020.  China, Rusia, Estados Unidos y Alemania están entre los países en competencia por la vacuna.

Se contabilizan ya más de 400 mil contagios y casi 19 mil defunciones provocadas por el virus que se originó a principio de año en un mercado donde se comerciaban pescados, mariscos y animales exóticos en la ciudad China de Wuhan. Los estragos ocasionados se explican, sobre todo, porque se trata de un virus nuevo.  Todavía no hay una vacuna que ayude a la gente a crear anticuerpos que inhiban el paso destructor de este virus por el organismo humano.

Varios han dicho que la vacuna está casi lista pero lo cierto es que en el escenario más optimista podría comenzar a aplicarse hacia finales de año a millones de personas alrededor del mundo. O sea que la vacuna puede estar por ahí, en algún laboratorio, pero para que llegue a las farmacias todavía faltan meses.  

Los que empezaron primero el trabajo fueron los chinos. El gobierno central puso a sus mejores científicos a trabajar horas extras. Se dice que hay mil de ellos, con entorchados académicos del más alto nivel, implicados. El producto más acabado lo maneja una empresa de la ciudad de Tianjin llamada Cansino Biologics que ha contado con el apoyo de la Academia Militar de Ciencias Médicas ya que es un asunto de seguridad nacional. El equipo está comandado por una célebre médico militar, Chen Wei.

Estados Unidos también pisa el acelerador a fondo. Es una carrera parejera The National Institutes of Health tiene a sus más célebres investigadores trabajando día y noche y según ellos a principios de mayo estarán en condiciones de dar la buena nueva al mundo pues ya están haciendo pruebas con humanos. La Casa Blanca quiere tener lista la vacuna antes de la elección presidencial de noviembre, para presumirla en la campaña. La grilla está en todo.

No solo China y Estados Unidos compiten hay otros apuntados como el laboratorio de la Universidad de Queensland en Australia que tiene un presupuesto enorme de 30 millones de euros para dar con la esquiva vacuna. En España, uno de los países más golpeados por el virus, el Centro Nacional de Biotecnología de Madrid recorre su propio camino para tener la vacuna. Este centro es especialista en coronavirus por lo que no puede descartarse que dé el campanazo.

La empresa alemana Cure Vac y el instituto Paul Ehrlich conjugan esfuerzos para crear una vacuna y podrían, si pasa las pruebas, comenzar la producción masiva del fármaco. La Rusia de Vladimir Puntin no podía quedarse atrás. Se dice que podrían tener listo un producto en 10 meses que ya tiene avanzada la Agencia Federal Médico Biológica con laboratorios en Moscú y San Peterbsburgo. El grupo Celltrion avanza en Corea del Sur en la preparación de un kitt terapeútico  de alta  efectividad.

La  verdad  a  estas  alturas no  importa  quién  gane. Lo relevante es que pronto la comunidad internacional pueda contar con una vacuna que nos defienda del flagelo.