Entre las historias que contaremos a nuestros nietos los que portemos la playera de “Sobreviviente del coronavirus”, destaca esa de que los carteles de la droga de México, ocupando el vacío dejado por las instituciones, se pudieron a repartir despensas entre la población necesitada que, sobra decirlo, las aceptó con gusto.
No es la primera vez que lo hacen, pero esta ocasión sobresale por su escala de campaña a nivel nacional. Un mega operativo de propaganda realizado a plena luz del día, un alarde de logística, tomándose fotos con los beneficiados, presumiendo su buen corazón.
Se buscan dos objetivos. El primero es consolidar y ampliar su base social, que les sirve mucho en momentos de tensión cuando el gobierno se acuerda que debe combatirlos, y el segundo es mostrarse como poder real en muchas comunidades a las que no llegan las huestes de la Secretaría del Bienestar ni los llamados Servidores de la Nación, o si llegan son irrelevantes. Así muestran que ellos son los jefes reales de la plaza.
El tema ya atrajo la atención de la prensa internacional que se resiste a creerlo. Entre los repartidores de despensas en esta etapa de emergencia sanitaria están bandas muy célebres y otras menos conocidas, pero grandes y con recursos de sobra. Cada paquete lleva un rótulo del grupo benefactor para que nadie olvide a quién darle las gracias. Lo que rebasa todo límite y entra en el terreno del surrealismo mexicano es que muchos de los repartidores van armados y se toman fotos portando en una mano la despensa y en otra su fusil de asalto, como para pellizcarse para comprobar que no se trata de un mal sueño.
Alejandrina, una de las hijas del Chapo Guzmán, es de las hadas madrinas en Sinaloa donde entregó cientos de “chapodespensas”. Ella pone énfasis en personas de la tercera edad. Pero también está el Cartel del Golfo en Matamoros, Tamaulipas, ciudad fronteriza donde el mando es el Sr. 46.
Leí una nota en la que asegura que antes de hacer sus despenas, el Cartel Jalisco Nueva Generación atraca trenes y camiones repartidores, son como Robin Hood, para entendernos. Los paquetes que esta banda entregó en San Luis Potosí dicen: “De parte de sus amigos del CJNG. Apoyo por contingencia”.
Los Viagras entregaron alimentos a pobladores de comunidades aleñadas a Apatzingán en Tierra Caliente de Michoacán. No crea el lector que las bandas han hecho una tregua, nada de eso, se siguen dando con todo, dirimiendo sus diferencias internas y externas a sangre y fuego, el mes de marzo rompió otra vez el récord de violencia, pero se dan sus ratos para hacer obras pías.
La entrega de despensas puede considerarse una provocación abierta al gobierno, por eso hasta el presidente López Obrador tuvo que referirse al tema: “He estado viendo que reparten despensas, no ayuda, ayuda el que dejen sus malandronadas, ayuda el que le tengan amor el prójimo, ayuda el que no le hagan daño a nadie, ayuda que no se sigan enfrentando y sacrificando, ayuda que piensen en sus familias y en sus madres y el sufrimiento que les provocan.
“Que no vengan a decir: estamos entregando despensas. Mejor ¡bájenle! Y piensen en sus familias, en ustedes mismos que se dedican a esas actividades, hay que tenerle amor a la vida. La vida es lo más sublime, es una bendición. Ya me salieron como los de antes, que repartían despensas de frijol con gorgojo”.