Con el performance “Un violador en tu camino”, en un par de meses, el colectivo femenino LasTesis revivió en el mundo una forma de manifestación que ya no se creía efectiva: la canción de protesta.
Conoce tres momentos en que la música de protesta, aquella que canta o refleja la injusticia política y social, se convirtió en un poderoso modo de manifestación grupal e impulso para la acción colectiva.
Bob Dylan
La canción de protesta cobró impulso desde los años cincuenta y sesenta, pero en 1964 Bob Dylan se convirtió en su máximo representante con “The times they are a-changing”.
A los 23 años creó un himno sobre los signos de los tiempos. Inspirado en las baladas escocesas e irlandesas, la letra anuncia el fin de un tiempo y abraza los cambios venideros. Dylan solía decir que no es una declaración sino un sentimiento, nada más acertado pues resonó con una generación de jóvenes que invitaba a sumarse a la evolución o a no estorbar. Así la canción se volvió en un emblema musical.
En ese tiempo, la música folk de grandes artistas como Joan Báez o Pete Seeger, profundizaron en la desigualdad social, la lucha por los derechos civiles, la demanda de libertad y garantías individuales, y el fin de la guerra en Vietnam.
The Times They Are A-Changin’, de Bob Dylan
Víctor Jara
La nueva canción latinoamericana, entre los años sesenta y setenta, estuvo principalmente compuesta por canciones de autor. La mayor parte de ella está dotada de compromiso social e ideología de izquierda, en la que destaca la denuncia de injusticia social y la oposición a la intervención extranjera.
Víctor Jara es el estandarte de la lucha popular a través de la música. Él ya era un cantautor querido por el pueblo antes de acompañar a Salvador Allende en su gira como candidato por todo Chile.
Tras el golpe militar de Augusto Pinochet contra el presidente Allende, Jara fue arrestado, retenido en el antiguo Estadio de Chile junto a otros presos políticos, torturado y asesinado por lo que él significaba, es decir, al matarlo también se acallaba la voz del pueblo chileno.
Figuras de la trova íntimamente ligadas a la Revolución social y política son Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Amaury Pérez en Cuba; Joan Manuel Serrat en la España catalana, Mercedes Sosa y Facundo Cabral en Argentina; y Óscar Chávez en México. Y antes que ellos gente como Violeta Parra de Chile y Atahualpa Yupanqui de Argentina incorporaron a los grandes escenarios la música del folclore, sonido de una minoría en los estratos sociales.
El Derecho de Vivir en Paz, de Víctor Jara
Música de la revolución
Entre 1987 y 1991, los pueblos de Estonia, Letonia y Lituania lograron la independencia de la URSS con la “Revolución del Canto” del Báltico.
Los Estados bálticos comenzaron con movimientos independientes en los tres países y pronto se enfrentaron a la superpotencia militar soviética. Gracias a los clamores musicales, consiguieron una acción política no violenta y conjunta. Se aferraron a un movimiento pacifista consistente en concentraciones para cantar o kilómetros de gente tomada de la mano, a pesar de los ataques de los soldados a esas manifestaciones públicas.
Las canciones reforzaron la identidad nacional, brindaron aliento a quienes buscaban la libertad y, sobre todo, los cantos de rock, folk, coral y folclore fueron un instrumento de lucha contra la represión militar.
A lo largo del siglo XX, hubo un momento en que la música produjo una identificación colectiva, hermandad y, posteriormente, fue adoptada por algún movimiento social de resistencia. Las canciones se convirtieron en un himno grupal, causaron un impacto social y liberaron consciencias.
The Singing Revolution in Estonia