Nuestros registros personales en Internet están a merced de quienes ven en ellos una moneda de cambio pues esos datos permanecen en la red en gran medida desprotegidos y en riesgo, sea por bases de datos vulnerables o simplemente porque los concedemos a desconocidos.

De hecho, la vulnerabilidad de la información es tan importante que el Foro Económico Mundial ya la considera entre los riesgos mundiales.

Los piratas del siglo XXI

Los piratas informáticos o hackers son los primeros de la lista. Se hacen de tu información de identificación personal, detalles financieros, así como de datos más privados o sensibles de instituciones y empresas, usualmente para extorsionar, cometer fraudes o vender.

Aunque invierten tiempo y dinero en ataques cibernéticos (hallan vulnerabilidades de sitios web o simplemente los infectan), también hacen estafas (phishing) e interceptan los datos, durante su traslado por la red, a fin de conseguir la información.

Lobos disfrazados de ovejas, los intermediarios

Los hackers no son los únicos a la caza de datos ajenos. Los corredores de datos o intermediarios de datos se hacen de tu información, usualmente de manera legal, gracias a la falta de regulación pero sobre todo porque llega a ellos como datos que tú mismo les proporcionas.

Los corredores de datos también recurren a la ilegalidad porque hay vulnerabilidad, sea por la poca restricción o supervisión en el sitio donde los entregas.

Hay empresas llamadas Data Brokers que recopilan desde tu historial médico, compras hasta lo que generas en redes sociales, luego crean perfiles sobre ti, tus intereses y comportamiento, y finalmente venden toda esa información a terceros.

Además del empleo dudoso que le den esos terceros a tus datos, el manejo mismo genera tráfico (con lo cual hay oportunidad de una reventa), aumenta tu vulnerabilidad y te expone a futuras violaciones y daños.

Computación cuántica, los secretos saldrán a la luz

Según el Foro Económico Mundial, la computación cuántica romperá los códigos digitales actuales y volverá obsoleta a la criptografía actual, que es parte de la base de la autentificación en línea de hoy en día. Y hay un especial énfasis en los algoritmos públicos pues podrían descifrarse fácilmente.

Al mismo tiempo, esta ciencia también prevé nuevos modos de cifrado, con lo que habrá una revolución tecnológica (criptografía basada en retículas y en hash), pero podrían llegar muy tarde porque, para cuando se habiliten esas nuevas protecciones, es posible que muchos secretos ya estarán en manos ajenas.

Eso significaría un colapso en la criptografía, es decir, sería la caída de gran parte de la estructura de la vida digital tal y como la conocemos, por ejemplo: estarían expuestos a la luz la identidad personal, datos sensibles e históricos, información confidencial de organizaciones, banca y comercio.

Al margen de en qué momento la computación cuántica será una realidad, es posible que en este momento alguien esté robando tus datos cifrados y quede a la espera de la llegada de la tecnología cuántica para acceder a ellos sin esfuerzo y sin importar cuántas precauciones tomes ahora o después.

Por ahora y a pesar de almacenamientos que garantizan la seguridad apropiada o bancos de datos fortalecidos, el usuario común de Internet sigue entregando su información con la facilidad de un clic.