México vive una etapa de polarización. Hoy podemos ver protestas de todo tipo; mujeres, hombres, rojos, azules, guindas, campesinos, jóvenes. ¿Pero todas esas protestas tienen un sentido positivo? Sería muy atrevido asegurar que todas son positivas, sin embargo, es claro que hay muchas que no conocemos y merecen un reconocimiento.

Mi vida en la Ciudad de México se ha enriquecido de anécdotas increíbles. Cuando decidí vivir en el Centro Histórico de la ciudad, pude conocer el pluralismo de una ciudad cosmopolita. Ver el Monumento a la Revolución al amanecer; correr por la alameda central; ver la multitud cruzando el Eje Central para llegar a la calle de Madero, fue algo que sin duda se convirtió en mi día a día. Otra característica muy particular era el común denominador de las marchas. Históricamente avenida Reforma ha sido el lugar central para la protesta en México. ¿Pero quién protesta por el Paseo de la Reforma?

Cuando caminas por la avenida más bonita de México puedes observar un sin fin de edificios que albergan godínez, burócratas y cualquier tipo de persona trabajadora; un Metrobús vanguardista; los fines de semana podemos encontrar exposiciones culturales y por supuesto monumentos históricos; El caballito, La Glorieta de Colón, La Palma, El Ángel, La Diana. Estos monumentos son los más grandes, sin embargo, las esculturas de bronce que iluminan el camino con nuestro hombres ilustres e históricos, es otra gran particularidad de nuestra gran avenida.

Las estatuas del Paseo de la Reforma tienen dos funciones importantes: embellecer la avenida y hacer un justo reconocimiento al patriotismo y la ciencia. Todo esto inicio en 1888 cuando el Partido Liberal propuso colocar estatuas de personajes ilustres, esto continuó hasta los tiempos actuales donde fueron colocadas un total de 76 estatuas. Sin embargo, los tiempos cambiaron y el bronce se convirtió en un target para los amantes de lo ajeno. Hasta el día de hoy han sido robadas 14 estatuas de bronce.

Mi camino en Reforma era muy común ver un ramo de flores en el pedestal de una estatua que había sido víctima de robo. El pedestal pertenecía al Dr. Rafael Lucio, un médico veracruzano que aportó un estudio de una variante de la lepra, la lepra lepromatosa difusa. Siempre que lo veía me causaba conflicto el ramo de flores que veía en ese pedestal. No entendía el contexto y por mucho tiempo creía que eran familiares del Dr. Lucio.

Durante mi residencia en el Centro Histórico conocí a Ricardo Ward, un amante del café, un etnólogo y la versión trans del Sr. Barriga, como se describe en su Twitter. Con Ricardo compartí elevador y el saludo cordial muy a menudo, hasta que un día me di cuenta que la persona que dejaba las flores era él.

Sin temor me acerqué a preguntar el motivo de las flores, de una forma muy cortés me contó que era la forma para poder visibilidad de la ausencia del monumento, me habló sobre el Dr. Lucio y nos adentramos a la esfera política. Sin duda alguna era una protesta muy significativa, su modus operandi era poner flores y subir una foto a Twitter arrobando a las autoridades del gobierno de la Ciudad de México.

Sus flores iniciaron en marzo de 2016, semana a semana dejando un ramo de flores coloridas. Su lucha dio frutos hasta 2019, cuando el gobierno de la ciudad dio respuesta a la petición de Ricardo de regresar la escultura. Hoy, está en obra la escultura y sin duda la protesta de una sola persona ha logrado el regreso del Dr. Lucio.

Las protestas no siempre deben de tener violencia para dar resultado, innovar en la forma de solicitar al gobierno puede dar resultados favorables. Sin duda, necesitamos más “Ricardos”.